lunes, 23 de septiembre de 2013

Capítulo 5

Eva
Mary se rio como loca ante mi propuesta, pero por un momento creí ver un destello de vulnerabilidad. Ella comenzó a pasearse por el lugar, negándose a mirarme a la cara.
—¿Qué te hace pensar que quiero vivir contigo?
—¿Qué te hace pensar que no sé qué en realidad sí quieres? —. Debatí.
—¿Qué te hace creer que sabes lo que quiero si ni siquiera sabes lo que quieres? —. Insistió tontamente.
Oh, genial, era una guerra de preguntas sarcásticas.
—¿Qué te hace creer que tienes otra opción? —pregunté efectivamente callándola—. Así que, este es el trato, una semana, yo vivo contigo una semana, me enseñas tu estilo de vida, sin contemplaciones y a cambio, te conviertes en mi compañera de piso. ¿Trato? Bien, es un trato, así que comencemos.
Sin poder evitarlo di unas palmaditas de emoción, encontrando justo lo que buscaba, finalmente podría ser libre de remordimientos. Y ambas salíamos ganando, genial.
Mary negó con la cabeza, dándome una mirada de molestia: —Eres exasperante, ¿Lo sabes, o alguien ha tenido el acierto de decírtelo?
—De hecho es loca. Todo el mundo me llama así, diciendo que si pasan demasiado tiempo conmigo los contagiaré de la locura.
—Jodidamente cierto—. Murmuró por lo bajo.
La ignoré.
—Así que…tú diriges…la semana comienza ahora.
*****
Cuando propuse vivir la vida de Mary, definitivamente no esperé iniciar esa loca aventura sentada en un McDonald’s comiendo lo más barato del menú. Y haciendo nada más que eso.
—¿Esto es lo que haces? —pregunté confundida comiendo mi hamburguesa sencilla, con carne y queso, únicamente.
Si he de admitirlo, la comida no estaba nada mal, a pesar de que la hamburguesa era pequeña y solo tenía una, estaba deliciosa.
—¿Justo ahora? Sí, tienes suerte de que tuviera el dinero que pagaste por mi servicios, de lo contrario estaríamos vagando.
¿Vagando? ¿Caminar y caminar sin rumbo, qué sentido tenía eso? En fin, no era quién para discutir.
Miré a través del cristal, viendo caer la tarde. Se estaba haciendo de noche y no podía negar que tenía miedo y curiosidad por ver lo que seguía.
Cuando terminamos de comer y salimos a la calle, miré a Mary, mientras ésta caminaba por la acera, esquivando gente, sin mirar atrás para ver si la seguía. Tuve que correr un poco pero logré mantenerle el paso.
—¿Qué sigue? —pregunté alegremente para relajar el humor. No quería mostrar que estaba muriéndome de miedo al ver el cielo oscurecer.
—Bueno, dado que no tengo dinero y tú tampoco—comentó, y efectivamente, me obligó a dejar mi bolso y ropas en el departamento, yendo solo con mi ropa, justo como ella—. Lo que sigue es buscar dinero.
Buscar dinero, sonaba tan sencillo.
Antes de poder entender lo que ocurría, Mary me sostenía por el brazo, jalándome fuertemente y echando a correr a toda velocidad, metiéndose en un callejón y haciéndome confundir nuestra ubicación. Justo entonces fui capaz de escuchar los gritos de un hombre, que nos seguía muy de cerca.
Oh mi Dios.
¿Por qué demonios nos seguía?
Con el corazón latiéndome a mil por hora traté de seguir a Mary pero en algún momento la perdí de vista.
Creo, honestamente, que mi mente estaba repleta de ingenuidad, porque no entendía lo que pasaba y no me daba una idea de cómo llegué a esa situación, nada más tenía claro que debía correr como el infierno porque había alguien persiguiéndonos.
Una mano tomó mi cabello con fuerza, deteniéndome de mi primer maratón  como corredora, pero derrumbándome al suelo debido al impacto. Caí con fuerza y solté un grito sorprendido.
Podía ver luces en mi visión y estaba un poco mareada. Veía la cara de un hombre, podía ver sus labios moverse frenéticamente, pero no lo escuchaba, tenía un molesto zumbido en los oídos.
Y simplemente…desapareció. Desapareció de mi visión y cuando alcé la cabeza lo vi tirado en el suelo, gimiendo y sosteniéndose la cabeza.
Mary, como toda una heroína me tomó de la mano y me levantó, obligándome a seguir corriendo, hasta que llegamos a otro callejón después de varios minutos. Este estaba más limpio, pero era oscuro y al final de este, en la calle no pasaba nadie.
—¿Qué demonios acaba de pasar allí? —. Prácticamente grité histérica y sintiendo un dolor en la parte posterior de mi cabeza.
Mary me mostró triunfante una cartera.
—Ya tenemos con qué comer mañana—. Presumió mientras sacaba un pequeño puñado de billetes de un dólar.
Eso me dejó sin palabras. Había sido…testigo…y participe…de un delito contra un hombre inocente que probablemente había trabajado un infierno para ganar esos dólares.
No sabía si reír de locura, llorar o regañar a Mary. Ella debió de haber adivinado mis intenciones porque me calló con una mirada dura que no creí que alguien de su edad pudiera o debiera ser capaz de tener.
—Dijiste que vivirías mi vida sin contemplaciones, pues bien…bienvenida a mi vida, la cual, a diferencia de tu pequeño mundo, es real, cruel y  llena de oscuridad. ¿Quieres desayunar mañana unos burritos?
En serio, ¿y a mí me llamaban loca? ¿En qué rayos me había metido?

1 comentario:

  1. Hola!!

    Me encanta como esta empezando el libro! Cuando habrá más capítulos???

    Un beso!

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