Eva
Mary se rio como loca ante mi propuesta, pero por un
momento creí ver un destello de vulnerabilidad. Ella comenzó a pasearse por el
lugar, negándose a mirarme a la cara.
—¿Qué
te hace pensar que quiero vivir contigo?
—¿Qué
te hace pensar que no sé qué en realidad sí quieres? —. Debatí.
—¿Qué
te hace creer que sabes lo que quiero si ni siquiera sabes lo que quieres? —. Insistió
tontamente.
Oh,
genial, era una guerra de preguntas sarcásticas.
—¿Qué
te hace creer que tienes otra opción? —pregunté efectivamente callándola—. Así
que, este es el trato, una semana, yo vivo contigo una semana, me enseñas tu
estilo de vida, sin contemplaciones y a cambio, te conviertes en mi compañera
de piso. ¿Trato? Bien, es un trato, así que comencemos.
Sin poder
evitarlo di unas palmaditas de emoción, encontrando justo lo que buscaba,
finalmente podría ser libre de remordimientos. Y ambas salíamos ganando,
genial.
Mary negó
con la cabeza, dándome una mirada de molestia: —Eres exasperante, ¿Lo sabes, o
alguien ha tenido el acierto de decírtelo?
—De
hecho es loca. Todo el mundo me llama así, diciendo que si pasan demasiado
tiempo conmigo los contagiaré de la locura.
—Jodidamente
cierto—. Murmuró por lo bajo.
La ignoré.
—Así
que…tú diriges…la semana comienza ahora.
*****
Cuando
propuse vivir la vida de Mary, definitivamente no esperé iniciar esa loca aventura
sentada en un McDonald’s comiendo lo más barato del menú. Y haciendo nada más
que eso.
—¿Esto
es lo que haces? —pregunté confundida comiendo mi hamburguesa sencilla, con
carne y queso, únicamente.
Si he
de admitirlo, la comida no estaba nada mal, a pesar de que la hamburguesa era
pequeña y solo tenía una, estaba deliciosa.
—¿Justo
ahora? Sí, tienes suerte de que tuviera el dinero que pagaste por mi servicios,
de lo contrario estaríamos vagando.
¿Vagando?
¿Caminar y caminar sin rumbo, qué sentido tenía eso? En fin, no era quién para
discutir.
Miré a
través del cristal, viendo caer la tarde. Se estaba haciendo de noche y no
podía negar que tenía miedo y curiosidad por ver lo que seguía.
Cuando
terminamos de comer y salimos a la calle, miré a Mary, mientras ésta caminaba
por la acera, esquivando gente, sin mirar atrás para ver si la seguía. Tuve que
correr un poco pero logré mantenerle el paso.
—¿Qué
sigue? —pregunté alegremente para relajar el humor. No quería mostrar que
estaba muriéndome de miedo al ver el cielo oscurecer.
—Bueno,
dado que no tengo dinero y tú tampoco—comentó, y efectivamente, me obligó a
dejar mi bolso y ropas en el departamento, yendo solo con mi ropa, justo como
ella—. Lo que sigue es buscar dinero.
Buscar dinero,
sonaba tan sencillo.
Antes de
poder entender lo que ocurría, Mary me sostenía por el brazo, jalándome fuertemente
y echando a correr a toda velocidad, metiéndose en un callejón y haciéndome confundir
nuestra ubicación. Justo entonces fui capaz de escuchar los gritos de un
hombre, que nos seguía muy de cerca.
Oh mi
Dios.
¿Por
qué demonios nos seguía?
Con el
corazón latiéndome a mil por hora traté de seguir a Mary pero en algún momento
la perdí de vista.
Creo,
honestamente, que mi mente estaba repleta de ingenuidad, porque no entendía lo
que pasaba y no me daba una idea de cómo llegué a esa situación, nada más tenía
claro que debía correr como el infierno porque había alguien persiguiéndonos.
Una
mano tomó mi cabello con fuerza, deteniéndome de mi primer maratón como corredora, pero derrumbándome al suelo
debido al impacto. Caí con fuerza y solté un grito sorprendido.
Podía ver
luces en mi visión y estaba un poco mareada. Veía la cara de un hombre, podía
ver sus labios moverse frenéticamente, pero no lo escuchaba, tenía un molesto zumbido
en los oídos.
Y simplemente…desapareció.
Desapareció de mi visión y cuando alcé la cabeza lo vi tirado en el suelo,
gimiendo y sosteniéndose la cabeza.
Mary,
como toda una heroína me tomó de la mano y me levantó, obligándome a seguir
corriendo, hasta que llegamos a otro callejón después de varios minutos. Este
estaba más limpio, pero era oscuro y al final de este, en la calle no pasaba
nadie.
—¿Qué
demonios acaba de pasar allí? —. Prácticamente grité histérica y sintiendo un
dolor en la parte posterior de mi cabeza.
Mary me
mostró triunfante una cartera.
—Ya
tenemos con qué comer mañana—. Presumió mientras sacaba un pequeño puñado de
billetes de un dólar.
Eso me
dejó sin palabras. Había sido…testigo…y participe…de un delito contra un hombre
inocente que probablemente había trabajado un infierno para ganar esos dólares.
No sabía
si reír de locura, llorar o regañar a Mary. Ella debió de haber adivinado mis
intenciones porque me calló con una mirada dura que no creí que alguien de su
edad pudiera o debiera ser capaz de tener.
—Dijiste
que vivirías mi vida sin contemplaciones, pues bien…bienvenida a mi vida, la
cual, a diferencia de tu pequeño mundo, es real, cruel y llena de oscuridad. ¿Quieres desayunar mañana
unos burritos?
En serio, ¿y a mí me
llamaban loca? ¿En qué rayos me había metido?
Hola!!
ResponderEliminarMe encanta como esta empezando el libro! Cuando habrá más capítulos???
Un beso!