sábado, 21 de septiembre de 2013

Capítulo 2


¿UNA ANCIANA INTENTABA ASALTARTE?

¿Qué hacía Gabriel con un bebé?

Nos miramos fijamente.

“¿Qué mierda haces aquí?” decía su mirada.

Fruncí el ceño.

Mierda, quería darme un golpe en la cabeza por mi estupidez.

Esta era su casa…yo era la intrusa que había entrado intentando esconderse de la anciana.

SANTA MIERDA.

¡La anciana!

Él iba a decir algo.

——— ¡Shhh! ——susurré haciendo amanes para que se callase.

Cerró la boca abruptamente.

Sus ojos me fulminaban con la mirada.

Su ceño se frunció.

Su mandíbula se endureció.

Mi corazón dio un vuelco, recordaba esas reacciones.

Estaba cabreado.

La última vez que lo había visto así yo había chocado su viejo Toyota contra un árbol en mi pobre intento de intentar aprender a conducir.

Él me había gritado hasta quedar ronco.

Primero regañándome por el daño que me pude haber hecho, dándome un discurso de seguridad, después gritándome por abollar su amado y destartalado Toyota. Al final lanzándome contra el capó del auto y besándome hasta el mareo.

Tragué saliva ante el recuerdo.

Sacudí la cabeza y me asomé discretamente por la puerta.

Allí estaba esa jodida anciana.

Viéndome.

Acercándose a mí nuevamente.

Cerré la puerta con un grito de pánico.

Maldita sea.

Estaba segura que le había roto la nariz a la pobre anciana.

MIERDA.

Vieja loca y desquiciada.

Gabriel dejó al bebé en su carriola y se acercó rápidamente a mí.

Querido Dios.

A pesar de todo seguía preocupándose por mí.

Esa mirada determinada la había visto por años, antes de que él golpeara la mierda de quien intentara molestarme.

Sentí mis piernas temblar.

Quería tanto lanzarme a sus brazos y fundirme contra él.

Quería besarlo hasta perder el aliento y aun así seguir besándolo. ¿Quién mierda necesitaba el aire?

Quería abrazarlo y no soltarlo.

Quería tenerlo nuevamente.

Quería rogarle que me perdonara y regresara conmigo.

Quería explicarle mis razones para dejarlo.

Quería contarle tantas cosas.

Cosas que él necesitaba saber.

Cosas que nadie más que yo sabía.

Cosas que había guardado con vehemencia.

Miré al bebé que lloraba en su carriola, pidiendo atención.

Una parte de mí murió.

Era la viva imagen de Gabriel.

Gabriel me miró interrogante mientras se asomaba por la mirilla de la puerta.

——— ¿Qué hace una anciana allí? ——preguntó confundido.

Su voz.

Su amada voz, la extrañaba tanto.

No era lo mismo haber guardado cada video de él que tenía desde hace años y verlos cada vez que lo necesitaba, que era jodidamente siempre.

Una grabación no se comparaba a la realidad.

——— Esa loca me estaba siguiendo, por eso vi esta puerta abierta y entré para esconderme——expliqué.

——— ¿Una anciana intentaba asaltarte? ——cuestionó mirándome como si estuviera loca.

Dicho así sonaba estúpido.

DIOS.

Una anciana me había hecho correr.

Qué tonta debía parecer a sus ojos.

Dios.

Sus ojos me miraban con reproche, dolor, amor, esperanza, rencor…odio.

Quería llorar.

Podía sentir mis ojos llenarse de lágrimas.

Lágrimas que contuve alejándome de él y caminando al bebé.

Me miró fijamente con sus labios temblorosos.

Era tan pequeño.

Mi pecho se comprimió.

——— Es como tú——susurré  dolorosamente.

Los recuerdos me lastimaban.

El peso de los secretos me asfixiaba.

El dolor me consumía.

Sentía que podía desmayarme de un momento a otro.

——— Es mi copia exacta——afirmó él con voz dura.

El bebé extendió sus manos hacia mí.

Anhelaba tanto cargarlo.

Sentir su peso en mis brazos.

Miré a Gabriel interrogante.

——— ¿Puedo? ——le pregunté insegura.

Dudó.

Lo pensó viéndome.

Asintió lentamente.

——— Hazlo.

Tomando al bebé cuidadosamente en mis brazos, lo acuné contra mi pecho.

Era tan hermoso.

Dejó de llorar.

Me miró con curiosidad.

Sus ojos grises me derretían por dentro.

——— Es tan hermoso——dije con voz quebrada.

Gabriel me miró confundido.

Aparté los ojos de él.

No podía soportar su mirada.

No sin derrumbarme allí mismo.

——— ¿Y su mamá? ——pregunté insegura.

No podía soportar la idea de encontrarme con la novia de él.

No me hacía a la idea de él continuando con su vida con alguien más.

Estaba segura como la mierda que yo no podría estar con alguien más.

Yo estaba jodida.

Destrozada.

Echada a perder para cualquier otro hombre que no fuera Gabriel.

——— Ni puta idea——respondió sencillamente, indiferente.

¿Qué?

Lo miré confundida.

——— Ella nunca lo quiso——explicó——solo estamos Robert y yo.

Robert.

Miré al bebé en mis brazos.

Sí, definitivamente era un Robert.

Le sonreí dulcemente mientras lo arrullaba suavemente.

Solo estamos él y yo.

Las palabras cobraron sentido en mi cabeza.

Mary, la madre de Gabriel, se había ido.
Había fallecido.

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