El miedo se había apoderado por completo de
mí.
El miedo empezaba a afectar cada aspecto de
mi vida.
Lo sabía. Lo sabía perfectamente bien.
Créeme, era consciente de que estaba siendo
una cobarde.
Hasta ahora no había creído que podría hacer
algo para salir de ese infierno.
Pero una idea comenzaba a echar raíces en mi
mente.
HUIR.
TENÍA QUE HUIR.
Solo había un problema, no era lo
suficientemente fuerte para hacerlo.
Dejé la idea de lado.
Tenía que haber otra manera.
No siempre había vivido así.
Adam no siempre había sido así.
De haberlo sabido jamás lo hubiera dejado
entrar en mi vida.
Había tres palabras que podrían describirlo a
la perfección: LOCO, OBSESIVO y VIOLENTO.
¿Y cómo lo había descubierto?
Por las malas: por la experiencia.
La puerta del departamento se abrió y entró
un furioso Adam.
——— ¿Dónde mierda estás? ——gruñó con su voz
intimidante.
Comencé a temblar de miedo.
Nada me podría defender de lo que estaba por
llegar.
Adam entró por la puerta de mi habitación.
Creo que nunca podría olvidar ese brillo de locura
que crecía cada día más en sus ojos.
Se acercó lentamente a mí, sonriendo
maliciosamente…y todo se volvió negro.
Gemí
en voz baja mientras me despertaba lentamente, dejando atrás ese sueño, ese
recuerdo de la semana pasada.
Lo que
en su momento había empezado como una pequeña idea, se había convertido en mi
meta.
TENÍA
QUE HUIR.
Finalmente,
me hice consciente de que si no me alejaba, muy probablemente las cosas
terminarían mal.
Lo
había organizado de poco en poco, y estaba lista para dar el siguiente paso.
Hoy era
el día.
Adam
estaba trabajando hasta tarde, lo que me daba un margen de 8 horas contando
desde ahora para escapar.
Intentando
actuar lo más normal posible, para evitar entrar en pánico y cometer algún
error, desayuné y salí a comprar despensa como hacía de vez en cuando.
Dos
horas después tenía organizada todas mis maletas con las cosas más indispensables
y todo aquello de valor que me sería de utilidad.
El
timbre sonó y me encaminé a abrir la puerta.
Jase.
Mi amigo de toda la vida estaba allí, apoyándome como siempre lo había hecho.
Me miró fijamente, conteniéndose de echarme en su hombro y salir corriendo como
loco hasta estar lejos de mi casa.
Lo
conocía a la perfección.
Yo
había sido la chica adoptada de unos padres indiferente. Era el adorno perfecto
para ellos.
Él
había sido el chico solitario con padres adictos y violentos que rara vez recordaban
que tenían un hijo a no ser que sea para golpearlo.
Ambos
éramos toda una fichita.
Y nos
entendíamos como nadie más lo hacía.
Finalmente,
después de guardar ferviente silencio,
había acudido a él, completamente golpeada y con el orgullo y la dignidad
por los suelos.
Había
costado demasiado detenerlo de ir a buscar a Ada y hacerlo pagar, lo había
impedido, no porque Adam no se mereciera ser golpeado, porque lo hacía, pero
sabía que Adam estaba lo suficientemente loco como para matar a Jase por interceder.
———
¿Lista? ——preguntó sin dudarlo, completamente seguro de la locura que íbamos a
cometer.
———
Lista——susurré en voz baja, temblorosa.
Me
sentía temblorosa.
Me
ayudó a cargar mis maletas en su camioneta, acomodamos todo lo que me llevaría.
El
bolso que llevaba las cosas más importantes como mis documentos y tarjetas de
crédito y débito lo dejé en el asiento trasero.
Hablé
con el casero del edificio en el que vivía, el hombre que había sido testigo de
las discusiones entre Adam y yo. El Sr. Jackson, se encargaría de llamar a la
policía en cuanto Adam intentara entrar a mi departamento, justo un cerrajero
se encontraba cambiando los cerrojos y agregando unos cuantos en caso de que
quisieran abrir la puerta.
Le
dejé mi dirección de correo al Sr. Jackson, quien me contactaría en cuanto
consiguiera un comprador para mi departamento. El Sr. Jackson se llevaría una
comisión por las molestias ocasionadas por mí parte.
Cuando
todo estuvo terminado y subí con Jase a su camioneta en dirección al aeropuerto.
Suspiré lastimosamente con dolor en las costillas. Finalmente, finalmente
estaba dejando todo atrás.
El
viaje se llevó a cabo en silencio.
Llegando
al aeropuerto hicimos todos los trámites necesarios y nos quedamos sentados
hasta que llegó el anuncio de mi vuelo.
Jase
me llevó al área de abordaje, una lágrima se escapó de mi ojo, él la limpio con
su dedo pulgar.
———
Todo estará bien, tu y yo estaremos bien——aseguró Jase.
Le
creí, le creí porque era la única persona que nunca me había fallado.
———
¿Nos veremos en una semana? ——pregunté llorosa.
Asintió.
——— Te
alcanzaré en una semana, estate tranquila, él ya no te hará daño——afirmó contundente.
Esperaba
que así fuera.
—
Ten cuidado, no quiero que nada malo te pase——insistí por milésima vez desde
que él me empezó a ayudar.
Adam
era una persona loca, sin escrúpulos y capaz de todo.
———
Estaré bien, él no sabe de mí, nunca nos vio juntos o le contaste de
mí——explicó desestimando mi preocupación.
Le di
las llaves de mi coche.
———
Sabes qué hacer——le recordé.
——— Lo
sé, no te preocupes por nada, en una semana estaré contigo——dijo y me besó
suavemente en los labios.
Siempre
nos saludábamos así, nuestros besos no eran más que muestras de cariño, de
amor.
Éramos
como hermanos. Siempre lo hemos sido desde que nos conocimos.
Antes
de que empezara a llorar y le rogara que se fuera conmigo, avancé, caminé y no
miré atrás, no me podía permitirlo hacerlo, porque si no nunca sería capaz de
irme.
Cuando
estaba por sentarme en mi asiento, mi celular sonó.
ADAM.
Decía
la pantalla.
Mi
corazón se detuvo por un segundo y casi pude haberme desmayado.
Ignoré
la llamada y tropecé con mis propios pies al dar la vuelta.
Estaba
a punto de caer, y dolería demasiado.
Unos
brazos me atraparon, unos fuertes y enormes brazos, debería añadir.
Estaba
apenada por mi torpeza.
Alcé
la vista rápidamente. Unos ojos azules me devolvieron la mirada.
MALDICION.
Ese
hombre era un metro ochenta y nueve de pura sensualidad, con su piel bronceada,
cabello negro y ojos azules.
Me
quedé sin palabras.
Sus
ojos me miraron... Y el resto del mundo se congeló... Él era... Él era
INVIERNO.
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