sábado, 21 de septiembre de 2013

Prólogo


Gabriel

Mudanza.

Una palabrauna simple palabraque podía provocar semejante daño.

Emma se había mudado.

Así sin más explicación.

Simple y sencillamente se había ido me había dejado.

Arrugué la estúpida carta que sostenía en mi mano.

¿Después de 14 años de amistad y 8 años de noviazgo, ella me dejaba así sin más?

Gabriel, lo siento muchono puedo soportar esta situaciónno soy fuerteno puedo poner mi vida en pausa así nada máslo lamentosiempre te amaré y te esperaré. Te amo, Emma.

No pude evitar recordar el jodido contenido de la carta.

Quería gritarle.

Quería tenerla frente a mí y rogarle que no me dejara.

DEMONIOS.

Había estado listo para hacerlo, ella siempre lo había sido todo, ella siempre había sido mi razóny yo estuve listo para arrastrarme por ella.

¿Qué clase de hombre hacía eso? Los que amaban de verdad.

Y a pesar de que la amaba, no podía encontrar razones suficientes para justificarla.

Ella no tenía derecho de una justificación.

Maldita sea.

Lo único que era capaz de sentir era dolor. Dolor y más dolor.

Dolor porque la única mujer que quedaría en mi vida se había ido.

No tenía nada.

Estaba solo. Prácticamente.

Respiré profundamente, no podía dejar de sentir cómo se comprimía mi pecho dolorosamente con cada sollozo que sofocaba.

1 hora, 12 minutos.

1 hora y 12 minutos había pasado desde que mis ex suegros me habían anunciado la decisión de Emma, me habían entregado la carta y me habían mirado con lástima.

¡Esa jodida zorra!

¡De ella haber estado en mi situación yo habría abandonado todo para estar con ella! ¡Ni de puta broma la habría abandonado! ¡Yo habría estado a su lado a través de la tormenta! ¡Habría sido su apoyo! ¡Se supone que éramos un equipo, ella y yo, juntos!

Apreté mis manos en puños.

Caminé a través del pasillo del hospital.

Todo parecía abstracto.

Nada me parecía real.

Curioso como de repente puedo sentir mi vida derrumbarse a mi alrededory el mundo siguela vida sigue.

Nadie se detiene a preguntarme qué pasó.

Nadie se encuentra aguardando a que toque fondo para tomar mi mano y regresarme a la superficie.

De repente ya no tenía nadie con quién hablar. Nadie que me abrazara. Que me escuchara. Que soportara mis gritos de dolor.

Mi novia y mejor amiga se había ido sin mirar atrás. Te esperaré, había dicho. Sí, claro.

Mi mamá seguía detrás de la puerta, con su vida apagándose a cada minuto. Ni el cáncer ni el dolor le había dado un respiro para terminar las cosas que tenía pendiente.

Estaba solo.

Mi mujer se había largado y mi madre estaba por morir.

No podía dejar de repetir esos dos sucesos.

Dos pérdidas.

Doble dolor.

Doble abandono.

Doblemente solo.

Estaba siendo un puto marica.

Maldije en voz baja.

Entré a la habitación.

Allí seguía, mi mamá acostada en la cama, viéndose cada vez más consumida, con la muerte llamando a la puerta de su casa.

Me acerqué a la cama y me acosté a un lado de ella, cuidando de no moverla ni lastimarla. La abracé suavemente. Dios, mi mamá, mi mamita querida, estaba por morir y no podía hacer nada por evitarlo.

Sus brazos se rodearon a mí alrededor.

——— ¿Dónde está Emma? ——preguntó suavemente.

Mi madre amaba a Emma como a una hija propia.

Emma siempre había estado en nuestras vidas, desde que éramos los mejores amigos en el kínder y hasta cuando decidimos hacernos novios en la primaria. Ella siempre había estado allí.

Ella era la hija que mi madre siempre había querido.

Ella siempre había sido la chica que mi mamá quería para mí.

Y ya no estaba.

——— No está aquí——dije simplemente, miré a mi madre a los ojos——te amo mamá, siempre estaremos juntos tu y yo.

Su mirada se llenó de compasión.

——— Siempre lo estaremos, aunque yo no esté aquí físicamentesiempre estaré a tu lado——respondió.

No pude más.

Solté a llorar como cuando era un niño pequeño, y de alguna manera, con 18 años, lo seguía siendo. Seguía y siempre sería el bebé de mamá. Ella siempre sería mi mamá.

Y allí, en los brazos de mi madre, el dolor era soportable, el dolor de haber perdido a Emma disminuía con el consuelo de mi madre.

Una parte de mí se preguntó qué sería de mí cuando ella ya no estuviera más aquí. Estaría jodido. Mi vida no sería nada.

La vida dejaría de ser viday aun así el resto del mundo seguiría como si nada hubiera pasado. Mi mamá sería un recuerdo permanente en mi mente y corazón. Emma sería un recuerdo lleno de dolor.
Yo sería solo un recuerdo del chico que alguna vez había sido.

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