Me
sentía como una basura…
En
el último par de días no había hecho más que tomar…tomar hasta caer desmayada.
Mis
padres y hermanos estarían decepcionados de mí sí me vieran.
Si
vieran qué tan bajo había caído…
Yo
era una persona egoísta, malvada, loca, egocéntrica, narcisista…esa era yo.
Y
había estado feliz con quién era…hasta el día en que me dejé guiar por mi
impulsividad y lastimé a una de las personas que más amaba en la vida: mi
hermano Vincent.
En
ese entonces había creído que estaba haciendo lo correcto, yo no confiaba en
Athena, ella no era lo mejor para mi hermano. Ella no lo merecía. Él merecía
algo mejor.
Pensé
que Melissa era lo mejor.
Ella
siempre había amado a Vincent.
Ella
siempre había estado allí, desde que yo tenía uso de razón.
Ella
era mi ejemplo a seguir…era mi mejor amiga…
Ella
había sido la hermana que siempre había querido…
Pero
no…las cosas no habían sido como yo creía.
Todo
había sido una mentira…una mentira que me había costado muy caro. Mi familia
debía odiarme. Athena, mi cuñada, debía odiarme. Su familia debía odiarme.
Y
eso no era lo peor…
Todos
mis seres queridos podrían odiarme y eso ni siquiera sería la punta del
iceberg.
Yo
me odiaba: eso era lo peor.
Porque
tenía que cargar con mi consciencia y con el peso de mis pecados. Porque no
tenía el valor de dar la cara y pedir disculpas. Porque sabía que no merecía el
perdón de nadie.
Yo
no me perdonaba.
Melissa
me había hecho creer que ella era la indicada para Vincent.
Vincent
era la luz de mi vida, era mi héroe. Él era mi hermano mayor, mi ídolo.
Y
yo solo quería darle lo mejor, quería hacerle entender lo que era bueno para
él…pero yo no tenía ni idea. No tenía ni idea de que solo le estaba causando un
daño.
Cuando
al día siguiente del evento había buscado a Melissa no pude evitar ver la cara
de mi hermano al salir de la habitación.
Su
cara lucía desencajada y tenía una mirada perdida.
Él
no se había dado cuenta de que había pasado junto a mí.
Yo
lo seguí.
Lo
vi buscar a Athena en su departamento…y cuando salió pareciendo aún más
perdido…lo vi recorrer todos los lugares posibles en busca de ella. Maldición,
lo vi gritar en plena calle con un dolor indescriptible.
Nunca
habría llegado a pensar que esa clase de dolor fuera posible…pero me había
equivocado.
Había
sido lo suficientemente estúpida para creer que sabía lo que era lo mejor para
él…cuando ni siquiera yo sabía qué era lo mejor para mí.
Fui
una tonta.
Cuando
regresé a enfrentar a Melissa, para pedirle consejo…me lanzó a la calle como un
perro no deseado. Ahora era como un perro callejero, literalmente.
Había
visto la verdadera cara de Melissa, había escuchado las burlas de ella porque
había conseguido controlarme por demasiado tiempo.
Me
llamó estúpida…y no la corregí.
Finalmente
hui.
Hui
porque no podía dar la cara.
Estaba
avergonzada de mí misma.
Me
avergonzaba de lo que era…en quién me había convertido.
Lo
más curioso de todo fue cuando mi hermano comenzó a buscarme. Lo
conocía…conocía a su equipo de seguridad. Sabía lo que pensaban de mí.
Ellos
me habían buscado por mar y tierra, en los lugares más obvios.
Lugares
caros.
Lugares
lujosos.
Pero
se equivocaban…porque yo era una rata callejera, y como tan vivía. Yendo de un
lugar a otro. Buscando dónde dormir. Negándome a usar un peso de la cuenta que
mi familia me había facilitado.
Había
sido ingenua toda la vida, siempre muy sobreprotegida.
Pero
yo no tenía idea de nada…
Hasta
ahora.
Porque
era una indigente.
Una
indigente voluntaria.
Sucia…con
hambre…una don nadie…
Me
sentía feliz…
Me
sentía feliz castigándome…haciéndome crecer como persona…conociendo la
realidad… una realidad sin dinero.
Mi
vida ahora era una lucha.
Ni
Vincent ni nadie se les había ocurrido buscar bajo las piedras, porque allí
donde había pobreza y desesperanza…allí me podían encontrar.
A
veces pasaba los días con Mary, una chica sin casa de 16 años. Ella era
prostituta. Ella había decidido serlo. Porque su padre la golpeaba y la
violaba. Su madre la repudiaba. Ella había decidido huir y enfrentar el
infierno de las calles en lugar del infierno que la hacía vivir su familia.
Yo
no quería darle el infierno a mi familia de tener que soportarme, no quería
darles vergüenza.
Estaban
mejor creyendo que estaba en algún paraíso terrenal…
En
lugar de ver en quién me había convertido.
—Un bebé murió—me contó Mary, quien había ido a investigar sobre la
aparición de Athena en el hospital.
Mi
mundo terminó de irse al caño.
Era
mi culpa.
Si
en algún momento había pensado en regresar…en dar la cara…en hablar… ahora ya
no era así.
Había
tomado la decisión correcta.
Ellos
estaban mejor sin mí.
¿Y
yo? Estaba mejor estando sola, lejos de la gente que amaba, lejos de…él.
Él.
Te
preguntarás quién es él.
Él
es…mi otra mitad…sonará cursi e incluso bobo…pero él y yo lo sabemos, sabemos
que nos pertenecemos, somos almas gemelas, pero…él me desprecia… no lo culpo,
por mi impulsividad casi arruino su amistad con mi hermano mayor, Vincent.
Lo
hice sentir sucio…traidor…aprovechador…
No
importa lo que él diga…yo lo provoqué… y por eso me odia.
Me
odia, porque él siempre quiere tener el control de la situación, es la clase de
hombre que no puede permitir que las cosas en su escritorio no estén alineadas.
La clase de hombre que tiene su casa completamente ordenada. Entonces aparezco
yo… y pongo patas arriba su vida.
No
puedo evitarlo, desde el primer momento en que lo vi, cuando tenía 15 años, me
ha gustado volverlo loco. Pero existe el karma, y ahora él quiere volverme
loca…y no puedo hacer nada para evitarlo.
“Estaba borracho hasta la mierda.
Michael se caía de borracho mientras él y Vincent entraban en su departamento.
Ellos eran los mejores amigos desde hace un tiempo, él me ignoraba, pero me
gustaba molestarlo.
A veces creía que de verdad no existía
para él…pero entonces me miraba…y sus ojos resplandecían de lujuria.
La ocasión era perfecta.
Había ido a visitar a mi hermano pero no
estaba, y como la Eva que soy, simplemente entré a su departamento y lo esperé.
También comencé a comer la comida que había en su refrigerador.
Vincent balbuceó algo y calló desmayado
en el sillón.
Michael lo miró confundido sin saber qué
hacer. Lo vi tratar de despertarlo pero mi hermano estaba hasta la coronilla de
borracho. Era rara la ocasión en que ellos bebían. Pero allí
estaban…borrachos…justo como me convenía.
—¿Estás
bien? —pregunto con inocencia a Michael.
Él
saltó del susto y me miró confuso. En seguida su rostro se llenó de ira y se
negó a verme.
—Déjame
en paz—gruñó caminando a una de las habitaciones de huéspedes.
Sí,
claro. Hacer eso sería como…muy anti-yo.
Y
como la buena Eva que soy, lo seguí.
—¿Por
qué me evitas? —insistí.
—Porque
eres una chiquilla molesta—respondió quitándose los zapatos y dejándose caer en
la cama pesadamente.
Se
quedó quieto, como un tronco caído.
¡¿Chiquilla?!
Ya verá lo chiquilla que soy…
Antes
de saberlo, me había subido a horcajadas a sus caderas y comencé a besarlo.
Él
trató de apartarme y se negó rotundamente a tocarme…pero, ¡Vamos! Soy Eva,
tienen que darme crédito…yo siempre consigo lo que me propongo.
Así
que…finalmente conseguí acostarme con él. Él cayó en mis garras, estaba en mi
control…e hicimos el amor. Perdí mi virginidad con él.
Yo
era una chica de 15 años, él tenía 25…
Cuando
despertó a la mañana siguiente…pude ver el desprecio en sus ojos hacia mí…el
desprecio porque finalmente había logrado pasar por encima de su control…desde
entonces siempre me mira igual…como si no me soportara…pero ambos sabíamos
algo: ninguno de los dos se había negado. A ambos nos había gustado...pero, ¿A
qué precio?” no pude evitar hundirme en mis recuerdos,
considerando las circunstancias, podía entender el desprecio que sentía hacia
mí.
Lo había forzado hasta que
se rindió…
Y ahora…ahora él me
odiaba…
No hay comentarios:
Publicar un comentario