viernes, 20 de septiembre de 2013

Capítulo 5

Alanna
Junio de 2005
Héctor tuvo que cambiarse de escuela debido a que su familia se mudaría a otra ciudad, pero antes de irse me dejó como recuerdo su collar en forma de estrella que siempre llevaba puesto desde el día en que lo conocí, y que no dejó que nadie tocara. También me dio una copia de una foto que nos tomó su mamá un día que él y yo estábamos jugando.
En la fotografía ambos estamos viéndonos fijamente y da la intención de que nos gustábamos, aunque solo jugábamos a ver quién podía aguantar más sin parpadear. Aunque eso no lo sabía Tristán, quien se molestó al verla.
El día en que nos despedimos llegué llorando a mi casa y me encerré en mi cuarto para seguir llorando un poco más. Héctor se había vuelto un buen amigo mío. Decidí que la fotografía la pondría en mi mesa de noche para poder verla siempre.
Tristán pasó caminando por el pasillo mientras venía a arrastrarme a donde sea que él quisiera, se detuvo para saludar y vio la fotografía. Intentó quitármela para verla y aunque me resistí, terminó consiguiéndolo al sentarse sobre mí.
—Eres un idiota—. Suspiré en modo de rendición.
—Y tú una debilucha, princesa—. Rezongó de manera divertida.
—¿Alguna vez te he dicho que estás gordo? Porque de ahora en adelante lo empezaré a hacer…terminarás siendo un ogro obeso que ninguna niña va a querer.
—No estoy gordo—dijo ofendido.
—No, solo estás pesadito…quítate de encima o me aplastaras, idiota.
—Estás siendo cada vez más grosera—. Se quejó, ignorando sabiamente el hecho de que justamente él me enseñaba malas palabras.
—Y tu cada vez más tarado.
Se quedó en silencio observando la foto, pero al final se levantó y se sentó en una esquina de mi cama. Me di la media vuelta y terminé acostada boca arriba.
—Lucen intensos—dijo por fin después de un silencio entregándome la foto de mala gana.
—No es cierto—mi voz sonaba ofendida.
—Veo que tienes nuevo collar—señaló el collar de Héctor como si fuera mierda de perro colgando de una cadena. Imbécil.
—¡Oh, sí! Fue un regalo de Héctor…se cambió de escuela y quería que lo recordara. Como ya sabes e insistes en ignorarlo.
—Qué bien.
¿Qué bien? ¿Eso es todo?
Más silencio incómodo.
Intenté distraerme viendo fijamente a Tristán, por primera vez pude notar los cambios que su cuerpo estaba sufriendo su cuerpo. Era muy delgado y estaba creciendo demasiado para mi gusto, tomando en cuenta que yo no crecía en absoluto, a su lado me veía enana.
—Estás creciendo mucho—dije para hacer que me mirara a la cara.
—Un poco, sí—respondió—también tú algún día lo harás.
—¿Crecer? No lo creo, estoy consciente de que me quedare pequeña por el resto de mi vida—. Exclamé con dramatismo.
—No pienses así…es cuestión de tiempo para que tu cuerpo cambie y también lo harás tú.
—¿Así como tú? No, yo siempre seré enana, aunque muy probablemente lo compensaré volviéndome rebelde, haciéndome un tatuaje e iniciándome en la vida loca, ya sabes… alcohol, drogas—. Añadí en broma.
—No te permitiré que hagas de las tuyas…tendrás tus tres guardaespaldas personales que te harán la vida imposible.
No pude evitar reírme histéricamente, conociéndolo como lo conozco, al igual que a Franco y a Vladimir, no bromea con eso de hacerme la vida imposible. Ya veía mi futuro como un dolor en el trasero. Había momentos en que me arrepentía de haberlos hecho mis amigos.
—Eso significa que tendré que decir adiós a todos los niños con los que tendría que divertirme, adiós al alcohol, al sexo, a las drogas y adiós a mi vida.
—¿Sexo, alcohol y drogas? —Preguntó sorprendido y molesto—. ¿Eso es lo que planeas para tu futuro?
—¡Oh, sí! Pero me faltó también despedirme de tener novio—agregué para molestarlo.
—Novio…—murmuró pensativo y asqueado.
Yo solo quería reírme de su cara.
—Sí, novio…ya sabes, aquel al que puedes besar, abrazar y tocarle el trasero-—le informé amargamente recordando lo que él hiso con Alexa hace un par de semanas.
—Wow, espera… ¿Tú…?—no fue capaz de terminar la pregunta. Sus mejillas se sonrojaron.
¡Atrapado!
—Siempre creí que podrías ser mío…pero solo eres un ogro y creo que deberías retirarte…quiero estar a solas con mi foto—dije amargamente. Es decir, primero me robó mi primer beso y después… ¿Le agarra el trasero a Alexa? ¡¿Qué carajo tenía en la cabeza?!
¡Y no, no estoy celosa!
Argh.
Solamente quería tirar a Alexa por un precipicio.
—¿Pensabas eso? —casi gritó sorprendido.
Oh, ahora estaba ofendida. Imbécil.
—No te preocupes…ya sé que no es así…la puerta está abierta y sé que tu trasero cabe por allí.
No dijo nada más, solo pasó su mano por mi brazo en lo que pretendía ser un gesto de consuelo, y salió de mi cuarto sin darse cuenta que estaba llorando. Los hombres a veces eran tan insensibles. Y yo había sido una tonta por tratar de verlo como algo más que un enemigo amistoso, después de todo solo teníamos once años, todos confundimos al amor a esa edad. Era una simple broma de la mente, que ignoraría hasta el resto de mis días.

1 comentario:

  1. por favor sube mas capitulo te sigo desde ARGENTINA adoro tus libros , pero me encanta ERES..LO QUE AMO ODIAR porfi sube mas capitulos

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